La carga entre los hombros se ha inventado un rito encarnizado.
Profundas pisadas, lentos los pasos.
Y Dios, que no aparece por ningún lado.
Verde y viva la memoria del destinatario que quedo esperando.
Ese corazón que pesa que tulle y que llevo ya putrefacto.
Lentos los pasos del caminante.
El juez, que es el andante mismo, y el verdugo también, con el corazón impío, Profundas pisadas, lentos los pasos.
La carga con sus ritos y ese Dios que no aparece por ningún lado.
Y al final, en el camino, seremos, por las palabras no silenciadas, y los corazones que no entregamos, finalmente… lo que no nos perdonamos.
AG